Crónica de una ruta

Gracias a este amigo, que parece que le gustó nuestra Travesía y que nos ha obsequiado con este bonito relato que comparto con vosotros.

Organizado por la Asociación Piedra Luenga y con mi mujer como compañera de ruta junto con otros numerosos amigos, este domingo 19 de septiembre he podido disfrutar del placer de una muy dura pero no menos apasionante travesía por la campiña Cordobesa.

A las 6:30 comenzaba nuestro caminar por tierras montillanas, la historia habla de las batallas entre legiones romanas en el año 45 a.C, como gladiadores romanos armados con bastones frontales y linternas comenzaba nuestra particular cruzada contra las pendientes que teníamos por delante, nuestro grupo parecía comandado por Julio Cesar dispuesto a derrotar a las legiones de los hijos de Pompeyo muy bien protegidas en un lugar denominado Cerro Macho, ubicado al final de una serie de picos dispuestos a menoscabar en la moral de nuestra tropa. Tras las primeras horas desarrolladas de forma rápida y cobijados bajo el frescor del amanecer comienza ha medrar nuestras fuerzas un poderoso sol que muestra sus lanzas a nuestro ejercito de fieles y valientes guerreros que paso tras paso vamos conquistando lugares nuevos. Los puntos de avituallamiento son como oasis en un camino que por el momento parece fácil y con la fuerza de un suculento manjar “el bocata de jamón” comienza nuestro ataque a los picos que aparecen en el pergamino que nos muestra el lugar donde se encuentra el final de la batalla. Después de conquistar varios picos y tras el abandono de algunos valientes soldados aparece bajo nuestra vista una aldea denominada Llanos del espinar, y tras ella erigiéndose frente a nosotros el temible Cerro Macho, toda una fortaleza natural con un castillo hundido (el poste de la luz) de otras muchas batallas. El grueso de la tropa se para a descansar en la posada de LLanos del Espinar, entre la tropa se rumorea que en esta ocasión tomaremos el cerro por otro punto de la fortaleza, también duro, pero mas accesible que el camino tomado en batallas anteriores. El reposo en los Llanos fortalece nuestros músculos y calma la sed de nuestros cuerpos que están heridos del sofocante calor de un sol que clava sobre nosotros lanzas ardientes. Cuando reanudamos la marcha y comenzamos a subir tan desproporcionada fortaleza los dioses se vuelve de nuestro lado y unas nubes cubren el sol que tanto daño nos ha infringido, nuestros bastones se agarran al polvoriento camino y nuestras sandalias de gladiadores conquistan cada centímetro del cerro, al final con una tropa cansada y extenuada por la fuerza de la pendiente, sacando las fuerzas del corazón salvaje del guerrero conseguimos tomar el bastión del Cerro Macho. Nos regocijamos en la cima del cerro como valerosos soldados que han alcanzado la gloria, pero por delante queda otro pico, parece que el ejercito de los hijos de Pompeyo han abandonado el cerro dejando como única resistencia ante nuestro ataque la desproporcionada pendiente natural de tan recóndito lugar. En estos momentos se esconden en otro pico frente a nosotros, donde dicen que también se encuentran los carruajes que nos llevaran a la deseada ciudad de Munda. Bajar el Cerro Macho no es duro como la subida, pero presenta otros peligros para los cansados pies de estos valerosos guerreros que llevan tiempo padeciendo la dureza del agreste camino, al llegar al puente el escuadrón de guerreros se reagrupa, con el ánimo por los suelos se presenta frente a nosotros otra descomunal muralla natural tras cuyo final aparece nuevamente el deseado final de la contienda, pero otra vez tenemos que enfrentarnos a un duro y conocido enemigo, el sol, que se alza por encima de nuestras cabezas mermando nuestras fuerzas y que adolece nuestra mente que no se siente con fuerzas de seguir impulsando nuestras doloridas y agotadas piernas, pese a todo los guerreros autóctonos de Piedra Luenga empujan a los mas débiles para tomar el último pico de nuestra jornada.

Ahí está, la dureza y el amargor de la batalla endulzan las mieles que alimentan el sabor de la victoria.

Como los ejércitos del Cesar, muy bien comandados por los valerosos guerreros de Piedra Luenga hemos conseguido el objetivo final y aunque la dureza del camino no ha sido precisamente lo que mas hemos valorado, el recuerdo de la proeza realizada es mucho mayor y reconfortante gracias a la fuerte resistencia de la ruta conquistada, y un buen plato de carne regado con el vino de la tierra tomado en la buena compañía de los amigos es tan placentero que bien vale una travesía.

Deseo que estas palabras sirvan de agradecimiento a los miembros de Piedra Luenga, y a todos los que hemos hecho la travesía, pero de manera muy especial a Juani, Magui, Gil, Padilla, Mariló, Gonzalo, Concha, Pilar, Paz, Rafi, Ledesma, Pilar, Yogui, Pedro, Rafael Ricardo, y a quienes han faltado…

“Coño que me sentía inspirado”

Fdo.-Manuel Cuestas Gutiérrez

2 comentarios:

  1. Hola, soy yogui, compañero de Manolo Cuestas que, junto a su mujer Juani y al maestro Pedro, los acompañe desde Villafranca, por segundo año, a Montilla para pasar un buen dia de senderismo y de camaraderia....este año ha sido algo!!!! mas durilla eh!!!!...en fin ya se sabe "no pain, no gain"....dejando atras el tema de los cerretes solo me queda felicitar a la organizacion...que sois unos monstruos.....A ver si el proximo año sorteais por lo menos 100 Jamones....es broma...saludos desde Villafranca bye

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  2. Javier, muy chulo, con mountain of winter,nada se resiste!!
    Un abrazo campeon!
    Creaciones Casbas
    Jesus

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